En esta jornada del Festival de Cannes dos propuestas muy contrapuestas. Por un lado, la simetría, los colores pastel y la obsesión por el absurdo de Wes Anderson, que en 'La trama fenicia' convierte a Benicio del Toro en un antihéroe canalla, un empresario de los años 50 que busca asegurar su herencia y financiación para su megalómano proyecto. Y por otro, la visceralidad de un cine descarnado como el de la escocesa Lynne Ramsay. En 'Die my love' compone un relato salvaje sobre la depresión posparto con una entregada Jennifer Lawrence.